El fotógrafo ve el mundo a través de una mirilla. Es un mundo en dos dimensiones donde la tercera solo tiene una importancia relativa, tiene que quedar enfocado. Esto hace que la vida pase ante el sin “empapar”, solo calando. Al volver la vista atrás, al recordar un determinado momento, no vera más que instantes congelados con una exposición correcta. Una fotografía es algo más que una imagen. Es un instante congelado que no envejece, incorrupto. Una fotografía nos retrotrae a otro lugar y momento siendo una perfecta maquina del tiempo. Por lo menos, esto es lo que le ocurre al autor y a los implicados en la fotografía. Pasen sin complejos e imagínense autores de las mismas, evoquen ese momento y disfrútenlo de nuevo.